lunes, 23 de febrero de 2015

La Travesura No Es Igual Que La Hiperectividad.

La travesura no es igual que la hiperactividad Los varones la padecen más que las hembras y a los 6 años es visible
 
LORENA FEREIRA
Caracas.
Cuántas veces no ha escuchado cuando un niño corre, juega y salta que es hiperactivo, sin saber exactamente qué significa el término médico. Es por ello que los padres deben aprender a diferenciar la hiperactividad de las travesuras si se trata de un comportamiento que necesita atención profesional o si es una etapa de sus vidas que están afrontando.
La hiperactividad es un trastorno de conducta neurológico que afecta de 3% a 5% de la población infantil mundial y sucede más en niños que en niñas. El principal trastorno de los hiperactivos es el déficit de atención y no el exceso de actividad motora, como muchas personas suelen pensar, pues ésta suele desaparecer, señaló Antonieta Plinio, presidenta de la Fundación Integral Fénix (Fundafénix), organización sin fines de lucro que nace de la iniciativa de un grupo de padres y docentes que intenta contribuir a la integración, al sistema de educación regular, de la población con necesidades educativas especiales.
La enfermedad suele hacerse visible sobre los cinco o seis años, edad en la cual se comienza a exigir a estos niños un comportamiento social, que no son capaces de mantener. Siempre están en continuo movimiento, corren, saltan por la calle, nunca quieren ir cogidos de la mano. Cuando aparecen estos síntomas, no hay que actuar despreocupados, sino buscar ayuda psicológica.
Pero también está el otro extremo: niños que son muy traviesos y “hasta groseros” son tratados como hiperactivos. Estas situaciones hay que evaluarlas, porque a veces suelen originarse por conflictos familiares y entonces el pequeño actúa de manera hasta agresiva como un mecanismo de respuesta ante lo que vive en su hogar. Ante esto, lo ideal para realizar un diagnóstico certero y a tiempo es que los padres acudan al psicólogo y observen minuciosamente la conducta del pequeño, señala el psicólogo familiar Juan Carlos Fernández. “Ante esta enfermedad tan compleja, tanto para el niño y su familia, hay que ser muy prudentes a la hora de emplear el término, y no diagnosticar sin base científica”.
Por su parte María Eugenia Robles, vicepresidenta de Fundafénix, señaló que ante algunas señales de los niños, los padres solicitan información a los maestros.
Para más información pueden escribir al correo de Fundafénix f.integral.fenix@gmail.com , o acu- dir a la avenida Araure c/c Cuchiveros Edif.. Ival Urb. El Marqués, donde funciona la Unidad Educativa “Sierra Grande”, en la que estudian 103 alumnos con este tipo de dificultades.

CADA NIÑO ES UN MUNDO40% o 50% de los niños hiperactivos tienen bajo rendimiento escolar. Tienen dificultades perceptivas, con lo cual no diferencian bien entre letras y líneas y tienen poca capacidad para estructurar la información que reciben a través de los distintos sentidos.
Las dificultades de los niños hiperactivos estriban en la adquisición y el manejo de la lectura, escritura y el cálculo.
Con frecuencia actúan de forma inmediata sin pensar en las consecuencias. Están inquietos con las manos o los pies y no pueden sentarse quietos. Hablan de forma excesiva , responden antes de que la otra persona termine, tienen dificultad para esperar su turno y frecuentemente interrumpen.
Todos estos niños no presentan siempre los mismos rasgos, todos son diferentes y por lo tanto deben ser tratados de acuerdo a cada caso.
 Técnicas y estrategias para ayudar al niño hiperactivo 
   La forma de tratar el “trastorno de déficit de atención con hiperactividad” es modificar o compensar lo más posible aquellas conductas típicas que repercuten negativamente en la vida diaria del niño y de su familia. El objetivo principal es reducir su impulsividad e inquietud motriz y aumentar su atención, que son la fuente de sus principales problemas. Las corrientes psicopedagógicas conductista y cognitivista ofrecen diversas estrategias para tratar la hiperactividad. La corriente conductista centra su atención en cómo el ambiente en el que se mueve el niño (la familia, los profesores, etc.) interactúa con él para, manejando esta interacción, modificar las formas de comportamiento. La corriente cognitivista actúa directamente sobre el niño enseñándole a ejercer su propio control a través del entrenamiento en estrategias.
   Corriente conductista: cambiar una conducta inadecuada a través del ambiente 
   Para modificar determinadas actitudes, como la agresividad o la desobediencia, se emplean técnicas de cambio conductual que se apoyan en la psicología conductista. La base de todas ellas es la idea de que todo comportamiento es una forma aprendida de responder a determinadas circunstancias. Cuando lo que obtenemos al responder de determinada manera es bueno, agradable o sirve a nuestros propósitos, esa respuesta se instaura en nosotros, es decir, la aprendemos y siempre que nos vemos en circunstancias similares respondemos igual. Por el contrario, si con nuestra actuación no logramos lo esperado, desechamos la respuesta como “no válida” y dejamos de emplearla. Esto supone que tu actitud es fundamental a la hora de manejar la de tu hijo, ya que es la que le proporciona la información de si sus respuestas son adecuadas y sirven a sus propósitos o, por el contrario, debe sustituirlas por otras. Los padres pueden, sin darse cuenta, fomentar las respuestas inapropiadas. Un ejemplo muy claro es cuando se cede a un capricho, que se ha negado en un principio, para contener una rabieta. La conclusión del niño en esta ocasión es clara (y muy lógica): “enfadándome, gritando y tirando las cosas consigo lo que yo quiero”. Resultado: cada vez recurrirá con más frecuencia a las pataletas.
   Las técnicas de cambio de conducta lo que hacen es controlar las consecuencias de las acciones convirtiéndolas en agradables, a través del “refuerzo positivo”, o desagradables mediante el “castigo”. Aquellas conductas del niño a las que siga un “refuerzo positivo” serán aprendidas como útiles y se repetirán; aquellas otras a las que acompañe un “castigo” terminarán desapareciendo. Los refuerzos pueden ser muy variados. Al principio, cuando una actitud está muy instaurada, se recurre a recompensas de tipo material (un juguete, una chuchería, etc.). Posteriormente se van restringiendo este tipo de refuerzos para que el niño no haga las cosas por el premio sino por que realmente ha adquirido nuevas actitudes con las que se siente más satisfecho. Para ello, desde el principio (junto con las recompensas materiales) y a lo largo del tiempo (cuando ya se han eliminado aquellas) el niño debe recibir refuerzos sociales como abrazos, alabanzas o cualquier otra manifestación de afecto por lo bien que ha actuado. Por otra parte, los castigos que siguen a las conductas que deseamos eliminar serán cosas como quedarse sin ver la tele o recoger el cuarto, pero jamás castigos físicos. Además, todo castigo debe ir acompañado del refuerzo de la conducta alternativa.
   ¿Cómo puedes aplicar todo esto? Una forma es hacer un trato con tu hijo. Piensa en alguna cosa que quieras cambiar de él, por ejemplo, que no se levante de la mesa mientras come. Ya tienes establecido el objetivo general. Ahora, en función de la problemática, piensa cuándo y cómo vas a reforzar el cambio de comportamiento: si tu hijo no aguanta más de tres minutos seguidos en la mesa, empieza por reforzar que consiga estar sentado al menos cinco minutos. Según le vaya resultando más sencillo cumplir el objetivo ve aumentando el tiempo hasta que, finalmente, reciba el premio sólo si permanece toda la comida sin levantarse. El siguiente paso es acordar el premio o refuerzo. En este caso lo más apropiado es un sistema de puntos o fichas canjeables. Elabora con tu hijo una lista de cosas que le gustaría hacer o conseguir y pon a cada cosa un valor en función de sus características: un caramelo 2 puntos, media hora más con el ordenador 8 puntos, ir al cine 14 puntos, comprar un juguete determinado 20 puntos, etc. Ya sólo queda ponerlo en práctica: cada vez que tu hijo cumpla el objetivo marcado refuérzale con un punto y cuando desee canjearlos dale la recompensa que le corresponda según acordasteis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario