lunes, 18 de noviembre de 2013

Barbie


No se si lo habréis observado alguna vez, pero es llamativo que las “Barbies” no pueda apoyar la planta de sus pies en la tierra, están diseñadas para estar en puntillas, pisando apenas el suelo, lo mínimo indispensable, sus pies son pequeños y disfuncionales.
A la vista se ven muy “delicados” pero están mutilados. Como los pequeños pies de las geishas.
Estos pies incapaces de plantarse en el suelo y caminar con soberanía y peso propio.
Reproducen el prototipo de belleza de mujer impuesto por la cultura androcéntrica dominante: una mujer que este lo suficientemente desconectada de la madre tierra y de los ciclos de la vida.
Una mujer dormida que permite que las siliconas invadan las curvas naturales llenando de plástico un espacio que un tiempo fue sagrado. Una mujer que se anula, anoréxica, inflada y radiante, exitosa por fuera, triste por dentro, en manos de su depredador, a quien le ha entregado su poder.
Desconectadas de la tierra, las mujeres se vuelven débiles y la belleza real se torna artificial, generando un cascaron frágil y fácil de romper para invadir, violentar, y abusar cuantas veces el sistema lo requiera.
La belleza es tan diversa como las especies que  habitan, la belleza es inherente a cada ser vivo que resplandece  desde su propia esencia.

La belleza es patrimonio de cada mujer que se acepta tal cual es, que se ama y se regocija de ser ella misma.

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