El
hambre y la desesperación son los principales causantes de los flujos
migratorios desde el principio de los tiempos. También el sano deseo de
prosperar y darnos, como seres humanos, una oportunidad para exprimir al máximo
nuestras capacidades.
Todos
adoramos la tierra que nos ha visto nacer: el entorno, los amigos, la lengua,
el paisaje, la comida, la familia... Vínculos muy estrechos que una vez forjados
en la infancia se vuelven inexpugnables: amamos ese entorno del primer
aprendizaje y relación con el medio. Despegarnos de él suele ser una medida
última, porque resulta terrible para la mayoría de las personas.

Nuevamente
frente a la inmigración nuestro Gobierno toma medidas coercitivas, perversas e
inhumanas; en lugar de tratar de atajar el problema en su origen: el hambre, el
escaso desarrollo, la represión, las nulas oportunidades... que tienen en sus
países las personas que desesperadas intentan de acceder a una vida mejor. Europa es su salvación.

Solicito
que dejen de instalarse de inmediato dichas concertinas y que se quiten las que
ya se han ubicado a lo largo de las vallas.
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