Concepción Arenal
Contra la
voluntad de su madre, entra como oyente
en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, vistiendo ropas
masculinas, puesto que en la época la educación universitaria estaba vedada a
las mujeres. Vestida también de hombre, Concepción participa en tertulias
políticas y literarias, luchando así contra lo establecido en la época para la
condición femenina.
Acabada la
carrera, se casó en 1848 con el también abogado y escritor Fernando García Concepción
escribe en 1860, La beneficencia, la filantropía y la caridad, que dedica a la
Condesa de Espoz y Mina, y que presentará al concurso que convoca la Academia
de Ciencias Morales y Políticas, bajo el nombre de su hijo Fernando, que tiene
entonces 10 años. Después de una serie de conflictos sobre la forma incorrecta
de introducir su escrito en el concurso, se le concede el premio y será la
primera mujer premiada por la Academia.
En 1863 se
convierte también en la primera mujer que recibe el título de Visitadora de
Cárceles de Mujeres, cargo que ostentó hasta 1865. Posteriormente publicó
libros de poesía y ensayo como Cartas a los delincuentes (1865), Oda a la
esclavitud (1866) —que fue premiada por la Sociedad Abolicionista de Madrid—,
El reo, el pueblo y el verdugo o La ejecución de la pena de muerte(1867). En
1868, es nombrada Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres, y tres años
después, en 1871, comienza a colaborar con la revista La Voz de la Caridad, de
Madrid, en la que escribe durante catorce años sobre las miserias del mundo que
la rodea.
En 1872 funda la
Constructora Benéfica, una sociedad que se dedica a la construcción de casas
baratas para obreros. Posteriormente también colabora organizando en España la
Cruz Roja del Socorro, para los heridos de las guerras carlistas, poniéndose al
frente de un hospital de campaña para los heridos de guerra en Miranda de Ebro.
En 1877 publica Estudios Penitenciarios.
Con Concepción
Arenal nace el feminismo en España. Como los krausistas otorga a la educación e
instrucción de la mujer un papel fundamental, pues Concepción dirá que la mujer
no tiene otra carrera que el matrimonio. Pues los hombres aprenden un oficio,
las mujeres no. Los oficios que la mujer puede desempeñar serían: relojera,
tenedora de libros de comercio, pintora de loza, maestra, farmacéutica,
abogada, médica de niños y mujeres y sacerdote (no monja). Nunca se debe
dedicar a la política ni a la vida militar. Instrucción que la mujer debe
procurar, pues dirá de los hombres que tienen inclinaciones de sultán, reminiscencias
de salvaje y pretensiones de sacerdote. Las críticas que dirige al clero serán:
En general es muy ignorante, no querer a la mujer instruida, es mejor auxiliar,
mantenerla en la ignorancia. Concepción Arenal, una pensadora del catolicismo
social, como muestra en La Voz de la caridad, y como tal la reivindica el
jesuita J. Alarcón en Razón y Fe, 1900-1902, al ser el ideal de un feminismo
aceptable, por ser genuinamente español e íntegramente católico. Concepción
Arenal, autora poco leída y citada de forma descontextualizada, mujer debe
procurar, pues dirá de los hombres que tienen inclinaciones de sultán,
reminiscencias de salvaje y pretensiones de sacerdote.
Las críticas que dirige
al clero serán: En general es muy ignorante, no querer a la mujer instruida, es
mejor
auxiliar, mantenerla en la ignorancia. Concepción Arenal, una pensadora
del catolicismo social, como muestra en La Voz de la caridad, y como tal la
reivindica el jesuita J. Alarcón en Razón y Fe, 1900-1902, al ser el ideal de
un feminismo aceptable, por ser genuinamente español e íntegramente católico.
Concepción Arenal, autora poco leída y citada de forma descontextualizada, fue
para los de su época unaheterodoxa. Con la creación de la Acción Católica de la
Mujer, el feminismo católico y conservador propugnado por el Movimiento
católico, realizará una constante labor de hostigamiento al feminismo católico
y reformista arenaliano, que a principios del siglo XX representa la Asociación
Nacional de Mujeres Españolas.
Concepción
Arenal actuó como intermediaria de la Reina María Victoria de España, que desde
el exilio, siguió hasta el último instante de su vida mandando muchas ayudas
para españoles necesitados, con la exigencia de que los donativos se hicieran
anónimamente.
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